LA HORA DE JESUS
Los gentiles insistÃan en ver a Jesús. Es la misma inquietud de los hombres de nuestro tiempo. ¡Jesús no pasa de moda! Hay perÃodos de la historia particularmente señalados por la sed de descubrimientos; pero también en la vida de cada hombre llega “la hora” de buscar la respuesta definitiva a los interrogantes de la vida. La hora de Jesús está señalada por el dolor como condición de fecundidad.
Hermanas y hermanos:
- Unos gentiles se acercan a Felipe para rogarle: “Queremos ver a Jesús“. Se nota la urgencia de experimentar un feliz encuentro con el mismo Dios ¿No es éste también el ruego que, con urgencia clamorosa, nos hacen llegar a los creyentes millones de hombres de nuestra época? “El Evangelio todavÃa tiene algo que decir a la humanidad”, aseguraba Roger Garaudy, filósofo marxista que se convirtió al catolicismo. Jesús sigue interesando vivamente a los hombres que, aun sin saberlo, están clamando por El y por su Evangelio. Él ya lo habÃa profetizado: “Atraeré a todos hacia mÔ.
- La vida de Jesús sigue atrayéndonos, porque es una vida totalmente entregada al Padre y a los hermanos. ¿Quién es capaz de amar y de entregarse de este modo, hasta este extremo? ¿Seremos capaces de seguirle en la entrega de toda nuestra vida? ¡Qué profundas son sus palabras: “El que se ama a sà mismo se pierde, y el que se aborrece a sà mismo en este mundo se guardará para la vida eterna“! ¿Sabremos captar todo el dinamismo de amor que pueden y que deben engendrar en nosotros estas palabras?
- Ha llegado la hora de Jesús. Para Juan, la hora de Jesús es su muerte. Es la hora que descubre el sentido de toda su vida y su mensaje y es el momento de su triunfo porque con ella lleva a cabo la misión que Dios le encomendó .
La muerte de Jesús es antesala y camino de su exaltación. Por la cruz a la luz, por la muerte a la resurrección. Paradójicamente la gloria de Dios, está en su muerte. Y ¿cuál tiene que ser nuestra hora? La misma de Jesús: Ser grano de trigo. Morir para dar fruto, perder para ganar, escoger lo que es débil para confundir lo que es fuerte.
Hermanas y hermanos: “Quisiéramos ver a Jesús” Es la exigencia más urgente del mundo de hoy. Nos toca a nosotros los “buscadores de Dios“, satisfacer esta pretensión legÃtima. DeberÃamos estar preparados para implicar a los otros en esta aventura fascinante. Es “nuestra hora” cuando descubrimos a Jesús y por él ponemos un “orden nuevo” en nuestra vida: el de ser santos, amando a Dios sobre todas las cosas y entregándonos a nuestros hermanos para que ellos también lo sean. Tenemos que sentir ansiosamente el deseo de Dios y ser espejo para reflejarlo. “Bienaventurados los limpios de corazón“.
Padre Roberto Mena ST