[AdSense-A]
[AdSense-B]“Busquen lo que agrada al Señor. No tomen parte en las obras de las tinieblas, donde no hay nada que cosechar; al contrario, denúncienlas” (Efesios 5, 10-11)
Los abajo firmantes, matrimonios responsables de acompañar la labor pastoral de la Iglesia Católica en favor de la familia y de la vida, y los representantes de los movimientos apostólicos en el área de la familia, haciéndonos eco de las palabras del Papa Francisco de romper con la “globalización de la indiferencia”, y visto el comunicado de nuestra Conferencia del Episcopado Dominicano de esta misma fecha, anunciamos públicamente la belleza del matrimonio entre UN HOMBRE y UNA MUJER.
Desde el principio de la creación el sueño de Dios fue UN HOMBRE y UNA MUJER. ¡Hombre y mujer los creó para que sean fecundos! (cfr. Gen 1,27-28).
“Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo afirma que el amor entre los cónyuges es imagen del amor entre Cristo y la Iglesia. ¡Una dignidad impensable!” (Papa Francisco).
¡Qué misterio más grande y hermoso nos señala San Pablo! El amor conyugal entre UN HOMBRE y UNA MUJER él lo refiere, lo compara, al amor de Cristo por su Iglesia (cfr. Ef 5,32)
Cristo elevó la unión entre UN HOMBRE y UNA MUJER a la dignidad de “sacramento entre bautizados” (cfr. CDC 1055), haciendo de ésta una unión única de “uno” con “una”. Y no uno con uno ni una con una, por más que lleven juntos sexualmente sus vidas en una opción que no compartimos, aunque respetemos y amemos a esas personas. Pero no estamos ni estaremos de acuerdo con sus diferentes “opciones” sexuales por contravenir la complementariedad de los sexos y ser contrario al original plan creador de Dios.
Como esposos, y asumiendo nuestra responsabilidad de ser partícipes en la obra creadora de Dios, siendo co-creadores, vivimos el fin procreativo de nuestra unión y como fruto de esa unión y del amor estable entre nosotros han venido y vendrán los hijos a los que estamos llamados a defender de quienes pretenden crear confusión en ellos; como ha sido el caso reciente del señor embajador de los Estados Unidos en el país, Señor James Brewster, que se presentó con su pareja del mismo sexo a un centro educativo dominicano.
Por eso, con la fuerza que nos da el Espíritu Santo, le decimos: ¡Ya basta, señor embajador de los Estados Unidos! ¡Ya basta de querer interferir con un compromiso y una responsabilidad que sólo nos compete a nosotros los padres: enseñar a nuestros hijos el valor y la belleza del matrimonio como Dios lo creó, entre UN HOMBRE y UNA MUJER; la belleza de la familia formada por papá, mamá y los hijos, como el lugar donde se forman las personas en verdaderos y auténticos valores y en donde se aprende a conocer el amor, el respeto, la aceptación, la unidad, y el perdón!
¡Basta ya, señor embajador, de querer hacer cambiar nuestros principios! Entienda de una vez que nosotros somos un pueblo que ama y defiende la familia como la institución creada por Dios y en donde aprendemos a ser felices.
Sepa usted, y se lo reiteramos, que esto no es un rechazo a su persona. Usted es un ser creado por Dios y sabemos que Él lo ama. Pero sí rechazamos rotundamente su injerencia para
mostrarnos una imagen errónea y tergiversada del matrimonio que es una institución creada por Dios.
Exigimos públicamente a nuestras autoridades gubernamentales, demandar por las vías diplomáticas el respeto a nuestras costumbres y tradiciones y valores cristianos, y condenar la injerencia abierta a otras funciones distintas para las cuales se acreditó este diplomático en nuestro país.
De nuestra parte seguiremos luchando para que el MATRIMONIO y la FAMILIA sigan siendo un reflejo de la fuerza y de la ternura de Dios en nuestra sociedad de hoy.
¡Un saludo de paz en la Sagrada Familia de Nazaret, de Jesús, María y José!
Comisión Nacional de Familia y Vida