NECESITAMOS UN BUEN PASTOR
La vida merece ser vivida solamente si es para entregarla. Cristo es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, las conoce por su nombre. Los pastores de nuestro tiempo no son solamente los sacerdotes, sino todos los cristianos coherentes. El Evangelio habla hoy de pastores y de mercenarios. Sólo los primeros son capaces de dar la vida por su rebaño.
Hermanas y hermanos:
1. Jesús termina diciendo en la parábola : “Yo soy el Buen Pastor“. Tú y yo también lo somos si cumplimos las condiciones: dar la vida por las ovejas; conocerlas por su nombre; vivir entre ellas participando de sus problemas y preocupándonos especialmente por las que están fuera del redil. Dar la vida es la suprema muestra de amor. Hay muchos que viven de las ovejas, que se aprovechan del puesto y convierten en poder y dominio lo que debe ser responsabilidad y servicio. Estar con las ovejas no es cosa fácil. Conocer y dar la vida implica una relación personal, íntima, dinámica, vivificante.
2. La pedagogía de Jesús es innovadora e ilumina con una luz nueva las relaciones de poder y autoridad. “Al buen pastor -dice el Concilio Vaticano II- se le conoce por la bondad de corazón, la sinceridad, la fortaleza de alma y la constancia, la asidua preocupación de la justicia”. Podemos ser pastores buenos, malos o incluso lobos para los demás. Cristo es el pastor por excelencia, pero hay también otros buenos pastores entre nosotros.
Los encontramos en todos los estados de vida, en todas las profesiones, en todas las clases sociales. Si no siempre “dan la vida” en el sentido de morir físicamente, dan a todos los hombres su sacrificio, su lealtad, su ejemplo y su amor de hermanos.
3. El cuarto domingo de pascua es el día de las las vocaciones. El mundo necesita ser evangelizado con nuevos métodos, nuevo entusiasmo, nuevo lenguaje, como dice el Papa. El Señor necesita sacerdotes que dediquen su vida a servir a los ancianos, los minusválidos, los enfermos, los pobres, los drogadictos, los niños. El sacerdote hace falta hoy más que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro; porque él puede reemplazar a todos pero ninguno puede reemplazarlo a él; si él faltase, el mundo moriría de la peor hambre, pues lo dejaría sin ese poquito de pan y sin ese poquito de vino que son el centro de todas las celebraciones litúrgicas.
Hermanas y hermanos: Oremos para que el Espíritu suscite muchas y santas vocaciones. Muchos pueden y no quieren. Muchos quieren pero no pueden. La vocación es un llamado de Dios. Y si alguno de tus hijos ha manifestado inquietud vocacional, agradece a Dios esa elección; protégelo en sus dificultades; reza por él para que sea generoso; apóyalo en sus decisiones. Será el orgullo de tu casa y una bendición del cielo.
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Roberto Mena ST
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Roberto Mena ST